¿Puede un hombre ser feminista?
¿Puede un hombre ser feminista?
La pregunta correcta es por qué personas del sexo masculino insisten en asumirse y anunciarse como tal. Y no es que la etiqueta resulte denigrante ni nada por el estilo, pero detrás de dicha intensión parece ocultarse una incesante sed de protagonismo.
El sujeto que se asume como feminista, probablemente, ni siquiera ha terminado de entender qué es el feminismo, su historia y objetivos. Ya que el movimiento impulsa el empoderamiento de las mujeres ante la desigualdad y violencia sistematizadas que el patriarcado ejerce sobre ellas. Como lo explica Esmeralda Martínez, integrante de Colectiva Insubordinadas, el objetivo central del feminismo es evidenciar y transformar las relaciones asimétricas de poder entre hombres y mujeres; ya que ellas son quienes, históricamente, han sido sometidas por su contraparte.
¿Qué pueden hacer los hombres?
Ahora, es necesario entender que los cambios en la masculinidad son en diferentes niveles, los cuales van desde lavar un plato hasta dejar de violentar física y psicológicamente a las mujeres; pues el machismo está implícito desde las acciones más cotidianas.
Por ejemplo, algunos hombres presumen ser distintos porque ayudan en las labores del hogar. Hay una gran diferencia entre ayudar y hacer nuestra parte. Trapear no es ‘echar una mano’ a la mujer con la que se vive, sino hacerlo porque ambos comparten y utilizan el mismo espacio.
Además, el sexo masculino tiene que hacerse responsable de su paternidad y no dejar todo el cuidado reproductivo y de crianza a las mujeres. Así como erradicar de su vida frases como “eso es cosas de mujeres” y “que lo haga ella porque es mujer”.
Otro punto es el económico, el hombre debe cuestionarse si no está limitando económicamente a las mujeres con las que convive. ¿Controlo el sueldo de mi pareja? ¿No la dejo trabajar? ¿Le pago menos a las mujeres, aunque hagan las mismas labores que los hombres?
Pero el nivel más extremo de violencia contra la mujer está en el acoso y el abuso sexual, así como en los golpes y vejaciones hacia ellas. La expresión más radical de este punto está en los feminicidios, violaciones y ataques, por ejemplo, con alguna especie de ácido.
Antes de sumirse como feminista, aliado o partidario del movimiento, el sujeto debería revisar con detenimiento si no está cayendo en ninguno de estos niveles de violencia contras las mujeres.
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